7ª de la Feria de Abril de Sevilla
Dos orejas para un heroico Manuel Escribano y otra para Borja Jiménez ante una encastada corrida de Victorino Martín
Victorino Martín para esta corrida tan importante, tampoco quiso aliviarse y apagó las posibles suspicacias trayendo seis toros muy bien presentados, en tipo y con el denominador común de la casta. Todos mantuvieron el interés en los tendidos, bien por su bravura, bien por su nobleza o bien por sus malas intenciones.
Pero Manuel Escribano lo tenía claro. Él no quería ser el telonero de nadie y como declaración de intenciones se fue a portagayola a recibir al primero. El personal aun andaba intentando encajarse en su asiento cuando el de Gerena ya estaba clavado, de rodillas, en la puerta de toriles. Y emociones fuertes tuvo el recibimiento. El toro se le cruzó y el torero sin inmutarse se fue buscando la perpendicular de su trayectoria para poder dar tan complicado lance. Y se lo dio y además unas cuentas verónicas más, con mucha verdad y riesgo, pero el toro, en una de ellas, le echó mano y lo volteó cogiéndole por la ingle y volviéndolo a recoger desde el suelo donde le dio una cornada por la que tuvo que pasar a la enfermería para operarle de “una cornada de 10 centímetros en tercio inferior del muslo derecho que afecta a tejido celular subcutáneo”.
En esos momentos el festejo, según estaba organizado, se desbarata y los toreros Borja Jiménez y Roca Rey empiezan a pensar en un posible mano a mano. Y en esas se desenvuelve, hasta que avisan por la megafonía de la plaza, antes de la salida del 4º, que “Manuel Escribano quiere salir a matar al toro que se le había quedado dentro, en el sexto lugar”, ya que su primero lo pasaportó Borja Jiménez. Y así fue, Escribano saltó de nuevo al albero, sin chaquetilla, en chalequillo y con unos pantalones vaqueros haciendo las veces de taleguilla. La imagen era cuanto menos de gladiador, pero no dejaba de ser elocuente al dignificar la responsabilidad de este torero tan comprometido con la afición y consigo mismo.
Y como si no hubiera pasado nada, de nuevo se fue a portagayola. Lo de este tío es algo extraordinario. Con la cornada recién operada, bajo anestesia local, para que no le impidiera volver a salir, se fue al mismo sitio donde su anterior toro lo voló por los aires. Y no se conformó con darle la larga de rodillas, sino que además le dejó un ramillete de verónicas y una revolera, todo muy templado y con la gente loca de emoción, en pie y con el fondo del pasodoble “Amparito Roca”, que no dejó de sonar desde que Escribano cogió el capote y se plantó de rodillas ante el portón de los sustos, hasta que remató el saludo capotero. Emoción a flor de piel y el ruedo sembrado de sombreros.
El “victorino” tenía casta y Juan Francisco Peña lo midió perfectamente en las dos entradas al caballo. Tras petición del público y contra todo pronóstico, teniendo en cuenta su maltrecha forma física, cogió los palos y dejó dos pares de banderillas, poderosos, pero en el que se aprecia que el torero está bastante afectado, e incluso, se le llega a abrir la herida tras una carrera hacia el burladero donde el toro hizo hilo, existiendo un peligro evidente de nueva cogida. Pero el torero seguía ahí, como si fuera de hierro y tras brindar a su anterior apoderado, José Luis Moreno, le hace una faena en los medios al toro, tan encastado como él, que echa la cara arriba y que hay que consentirle para poder llevarlo justo donde no quiere ir. El toro le lanzaba unas miradas desafiantes que helaban el aliento, pero el torero insistía persiguiendo su cometido, tragando y en los mismos medios, en la soledad más absoluta. Todo era emoción. Y cuando el torero dejó en todo lo alto una gran estocada, los aficionados saltaron de sus asientos como un resorte para pedirle las dos orejas que el presidente concedió del tirón. Gritos de torero-torero y paseo triunfante con los dos trofeos del de Victorino Martín en una nueva gesta de este torero, todo corazón y todo afán de superación.
Borja Jiménez por el percance de Escribano tuvo que matar tres toros. El primero, un toro muy encastado y con un peligro más que evidente por el pitón derecho, lo comenzó brindando, simbólicamente, a Manuel Escribano en la puerta de la enfermería. Su faena la basó prácticamente por el pitón izquierdo, el pitón más claro. Siempre cruzado y muy firme. Llevándolo muy tapado y sin dudarle en ningún momento. Y cuando ya lo tenía sometido por el izquierdo, lo intentó por el derecho y también le robó una serie meritoria. Pero el toro siempre estuvo detrás de la mata, esperando el momento de hacer presa y así ocurrió. A la salida de un muletazo del desdén, cuando el torero se medio relajó, sobrevino el revolcón, por fortuna sin consecuencias. Lo mató de estocada desprendida y posiblemente por este dato no le pidieron el trofeo ganado en buena lid.
A su primer titular, que hizo tercero, Borja le cuajó la otra gran faena de la tarde. “Baratero”, que así se llamaba el “victorino” y que pertenecía a una de las familias señeras de la ganadería, pasó por los primeros tercios de forma discreta y sin definición. Pero una vez que se quedó a solas con Jiménez, rompió a embestir por el pitón izquierdo con una calidad extraordinaria. Metía el toro el morro abajo, mientras el torero de Espartinas lo conducía fundido con su embestida. Fueron naturales muy largos y muy templados. Con el torero entregado en los cites y el toro embistiéndole por derecho. Y lo mismo ocurrió por el pitón derecho. Los oles tenían un eco muy fuerte. Rotundo Borja Jiménez, que esta vez sí que se sintió de verdad. Totalmente entregado a la calidad de las embestidas del toro. El final fue por ayudados por bajo rematados con un pase de la firma, que cerraron lo que fue otra gran faena de este interesante serial abrileño. Pero la mala colocación de la espada y lo que tardó en doblar el toro, enfrío en parte los ánimos, y lo que iba camino de dos orejas, pedidas con mucha fuerza, se quedó en una, pero igual de auténtica.
A Roca Rey, el torero en el que gravitaba la tarde, no le fue tan bien como a él mismo y a los aficionados les hubiera gustado. El peruano tuvo dos toros con las dificultades clásicas de la línea Albaserrada. Y no logró sacar el partido que le diera razón a su encerrona. Incluso le llegaron a protestar, en más de una ocasión, su colocación, muy diferente con respecto a la de Borja Jiménez. Y también le recriminaron “el pico”. Se evidenció el peso de la púrpura, por unas exigencias en la colocación y presentación de los engaños, que hasta ahora no se le había exigido a ningún otro diestro. En este tercero destacó el quite por delantales ceñidos y media de Borja Jiménez.
Y terminó Roca Rey su paso con los “victorinos”, con la lidia de otro toro muy interesante, que a pesar de tener una embestida más sosa, también tuvo nobleza y buen aire por los dos pitones. El toro salió pidiendo guerra y rematando en los burladeros y Roca Rey lo paró con el capote de forma eficaz, buscando más ahormar al animal que el lucimiento. Después, el picador José Manuel Quinta le dio fuerte en el caballo, como hizo Sergio Molina también en su turno del toro anterior. Pero aun así, el toro llegó a la muleta metiendo bien la cara. Como lo demostró previamente en el quite de Roca Rey por delantales, en un turno que no le correspondía y que sí le tocaba a Borja Jiménez, que esperó elegantemente a que terminara el peruano, para después dejar unas chicuelinas, que le correspondían por derecho propio. Luego en la muleta no le cogió el aire del todo. El toro requería otro tratamiento, menos acelerado. Y con series de muletazos ligados, no de uno en uno. La faena resultó larga y costosa y al final fue cuando caldeó los tendidos, pero a esas alturas de la faena, ya el interés se había esfumado. En ambos toros escuchó unos elocuentes silencios, con algún pito aislado.
FICHA DEL FESTEJO
Sábado 13 de abril de 2024. Plaza de toros de la Real Maestranza de SEVILLA. Feria de Abril. 7º festejo de abono y 7ª corrida de toros. Lleno de “no hay billetes” y calor, sobre todo al sol.
Seis toros de VICTORINO MARTÍN, bien presentados y de juego variado. 1º muy encastado y peligroso por el pitón derecho; 2º se dejó; 3º noble y con mucha clase; 4º noble y soso; 5º con genio y 6º encastado.
MANUEL ESCRIBANO (tabaco oscuro y oro): cogido en el 1º; estocada (dos orejas). Se corrió turno y se lidió en 6º lugar.
BORJA JIMÉNEZ (lila y oro): 1º, estocada desprendida (saludos); 3º, casi entera, tendida y trasera (oreja); 5º, trasera tendida (saludos).
ROCA REY (caldero y plata): 2º estocada (silencio); 4º estocada desprendida (silencio).
Cuadrillas:
En la lidia destacaron: José Luis Barrero (3º) y Vicente Varela (5º)
Picando: Tito Sandoval (5º) y Juan Francisco Peña (6º).
Incidencias -Parte médico:
Manuel Escribano fue atendido en la enfermería de: "Herida por asta de toro cara interna, tercio inferior del muslo derecho de 10 cm que afecta a tejido celular subcutáneo, sin compromiso vascular. Se realiza sutura bajo anestesia local. Buen pulso periférico en MID. Contusión costal derecha, sin evidencia de fractura. Se comprueba buena ventilización en ambos campos pulmonares y auscultación torácica normal. Pronóstico: Menos grave".
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