Juan Ortega lo borda con la capa

Morante de la Puebla corta un rabo en la Maestranza en tarde para la historia del toreo

La décima del abono pasará a la historia por la actuación de Morante de la Puebla que enloqueció los tendidos tras faena al cuarto de la tarde del que se llevó las dos orejas y el rabo. Juan Ortega dio un recital con el capote y Diego Urdiales también dejó detalles. Se lidiaron toros de Domingo Hernández desiguales, con un bravo cuarto que se ganó la vuelta al ruedo.

Lo de Morante de la Puebla ha sido una tarde antológica en la que se ha desatado la locura colectiva en la Real Maestranza de Caballería de Sevilla, en una Feria de Abril de 2023 que está resultando interesantísima. Prácticamente, y hasta la fecha, todas las tardes están pasando cosas reseñables pero lo de hoy ha sido el acabose. No se puede estar más artista, más valiente y en definitiva más torero.

Ya se presagiaba las ganas con las que volvía Morante a la feria al ver el toreo a la verónica con el que saludó al primero de la tarde. Fueron unas verónicas lentísimas rematadas con una media de igual factura. Luego hubo muchos detalles con la muleta pero no pudo haber continuidad porque al toro le faltó motor y se agotó pronto. Así que todo quedó en saludos desde el tercio.

Después volvió a intervenir en el toro primero de Juan Ortega haciendo un quite por chicuelinas rematado con otra media que volvieron a poner al rojo vivo el graderío, y ya tiene mérito por la altísima temperatura que reinaba en los tendidos.

Pero donde la lió fue con el cuarto de la tarde, un toro muy bravo que fue siempre a más y que aguantó una lidia intensísima de Morante, siempre embistiendo por abajo y yendo hasta el final del trazo que le marcaba el torero. “Ligerito”, que así se llamaba, vendió cara su vida, pero siempre en noble, siempre enclasado, siempre queriendo coger los vuelos de los trastos por abajo, con una profundidad en la embestida superior. Con este material creó una obra de arte difícil de olvidar para todos los presentes y los que también tuvieron la fortuna de verla por televisión.

El torero de la Puebla del Río desplegó toda su tauromaquia, la clásica, la de siempre, la de verdad, la del toreo por derecho. En esto del toreo está todo inventado y aunque muchos se rompan la cabeza en innovar o crear pases nuevos, la verdad es que cuando se torea como mandan los cánones ya no hay nada más que añadir.

Y eso es lo que hizo Morante con este toro de Domingo Hernández. Ya con el percal lo recibió con una fantasía capotera compuesta por dos faroles y varias verónicas de manos altas, que antecedieron a unas verónicas muy lentas, a compás con media de cartel. Pero es que luego lo llevó al caballo por el mismo palo, toreando hasta con las pestañas, todo su cuerpo estaba a disposición de la creación artística. Y después quitó por tafalleras, que aun subieron más el diapasón. Pero es que aun hubo más lances, ya que Urdiales entró en su quite por buenas verónicas y Morante volvió a dar otra clase práctica de cómo se ejecuta un quite por gaoneras, precedido por una gallosina.

En los tendidos no cabía más emoción, estábamos como poseídos ante tanta belleza. Pero aun faltaba lo mejor, la faena más compacta que Morante ha realizado en el coso del Baratillo, y posiblemente en cualquier otra plaza de toros. Comenzó abusando de las condiciones del toro con un toreo por alto muy exigente que hizo que el toro se tambaleara. Pero José Antonio lo tenía claro, estaba inspiradísimo, y sabía que tenía que someter y ahormar su embestida para marcar las pautas de que el que mandaba allí era él.



Luego vino una faena con pases de los de la tauromaquia eterna, de los que gustan hasta al más profano, porque lo que se hace de verdad, con entrega y con pureza llega a los tendidos como una descarga de alta tensión. Y eso fue lo que pasó. Hubo toreo a dos manos, de frente, abriendo el compás…, recordando a los toreros eternos, a Joselito y a Rafel de Paula. Siempre en el sitio, con los pies clavados en el suelo y pasándose al toro muy cerca. Lo mató de una gran estocada y aun nos regaló una serie más ya con la espada enterrada, y donde el toro dio otra lección de bravura siguiendo la muleta con la boca cerrada y con el celo que tuvo durante toda su lidia.

Al final dos orejas y rabo para el torero y vuelta al ruedo para el toro, otro toro importante en esta feria más que sobresaliente.

Pero es que con Morante no se acabó lo de interés en esta tarde histórica del miércoles 26 de abril de 2023. Es que Juan Ortega, sevillano de Triana, también hizo cosas bellas. Ortega paró los relojes, literalmente, toreando con el capote. No se puede torear más despacio a un toro. Que manera de embarcar, de mandar y de templar a la verónica. La plaza se puso en pie, sonó la música y sonaron las palmas fuertes, porque ver torear así no es normal, es un auténtico acontecimiento.

Después, tras el primer puyazo volvió a formarla por delantales y media verónica. Y Morante que también quería protagonismo le hizo un quite tras el segundo puyazo por chicuelinas, citando muy en corto y rematado con media verónica, un quite algo largo para ser el toro de un compañero, pero que hizo entrar de nuevo a Juan Ortega con su réplica en su propio toro y de nuevo se lió por verónicas, más lentas aun, y media abelmontada que ya de por sí valen la misma entrada.

Luego brindó a Curro Romero, presente en una delantera de grada del tendido 7, y comenzó con la muleta con un trazado suave y a los acordes de “Manolete”. Pero el toro acusó el exceso capotero, del que nadie se arrepintió, ni siquiera seguro que su propio matador, y no pudo redondear la faena. Aun así dejó pases muy suaves, con unos sutiles toques para que no se violentara “Púgil”. Un cambio de manos enlazado a uno de pecho quedarán grabados en la retina.

Ya con el sexto de nuevo volvió a brillar con el capote, a la verónica en el recibo y galleando por chicuelinas para llevarlo al caballo. Luego con la muleta el toro resultó flojón y soso, y de nuevo hubo cositas y detalles pero su toreo caro ya estaba más que dictado con anterioridad.

Y el otro torero de la tarde fue Diego Urdiales, otro de los elegidos de los aficionados, porque el riojano sabe manejar los trastos con gran personalidad y clasicismo, pero para ello tiene que tener los mimbres necesarios y esta tarde no ha podido ser.

Su primero manso y descastado no ayudó en nada, siempre sin humillar, entrando y saliendo con la cara alta. Y en el quinto sí se pudo encontrar más a gusto, aunque el toro fue muy exigente y vendía caro todo lo que se le hacía. Urdiales lo brindó al público y comenzó por doblones que remató a un trincherazo. Luego la faena tuvo altos y bajos, con un ayudado por bajo ligado a un obligado de pecho muy aplaudido, para después tener algún enganchón y volver al lucimiento con un cambio de mano de mucha pureza. Se tiró a matar y recetó una gran estocada.



FICHA DEL FESTEJO

Miércoles 26 de abril de 2023. Plaza de toros de la Real Maestranza de Sevilla. 10ª corrida de abono. Casi lleno y un calor sofocante.

Toros de Domingo Hernández, bien presentados y desiguales de juego. El mejor el 4º, “Ligerito” bravo y que recibió la vuelta al ruedo en el arrastre. El resto: 1º noble y blando, muy a menos, 2º manso y rajado, 3º nobilísimo y flojo, 5º con genio y 6º flojo y soso.

Morante de la Puebla (turquesa y azabache): estocada y un descabello (saludos); estocada (dos orejas y rabo, salió por la Puerta del Príncipe).
Diego Urdiales (rioja y oro): pinchazo y estocada caída (aviso y silencio); estocada (saludos).
Juan Ortega (rosa palo y oro): pinchazo y media (saludos); pinchazo y estocada caída (silencio).

Entre los subalternos resaltó la lidia con el capote de Jorge Fuentes al tercero.

Bien el Presidente del festejo José Luque Teruel regulando el discurrir del festejo.

Al final de la corrida se llevaron al hotel en hombros por la calles de Sevilla a Morante de la Puebla

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