Y Juan, Ortega, ha enloquecido los tendidos del coso del Baratillo con una faena redonda, plena y maciza toreando con la muleta como los ángeles. Qué manera de torear, qué belleza, qué inspiración, qué despacio y qué torero. Ha sido todo un primor. Cuando salió “Florentino”, la plaza era una desilusión total. Habían saltado seis toros por delante, incluido el sobrero, que fueron un dechado de falta de casta y de fuerzas. Pero el castaño claro de Domingo Hernández era un toro muy bien hecho, engatillado y ofensivo de pitones y que rompió en bravo y noble. Y este tipo de toros no se les escapan a Juan Ortega.
El saludo ya puso al personal en órbita. Fueron un manojo de verónicas lentas, ganando siempre terreno, iniciadas en el tercio y rematadas casi en los medios con una media muy buena. Por el caballo pasó sin más, recibiendo dos muy medidos puyazos, que le hicieron menos daño que el volantín que se dio cuando lo estaban poniendo en suerte. Luego en el tercio de banderillas empezó a espabilar y le hizo pasar apuros a Jorge Fuentes a la salida de un par, al hacerle hilo y perder pie justo cuando llegaba a refugiarse al burladero, que se tuvo que meter como pudo, porque le venía pisando los talones.
Y comenzó el recital de toreo. La faena fue un compendio de todas las virtudes que han tenido los toreros de culto: inspiración, improvisación, despaciosidad y torería. No había un comienzo o un final de las series parecidos entre ellos. Y luego la base, el toreo por la izquierda o por la derecha era siempre de muleta por delante, de enroscarse el toro a la cintura, de temple y de mando. Pero falta describir lo más significativo: todo muy despacio. Posiblemente ralentizar las embestidas de esa manera sea lo más complicado que se puede hacer delante de un toro. Y el toro no embestía despacio, era Juan Ortega el que le obligaba hacerlo de esa manera. Los tendidos daban botes de emoción y cuanto más despacio toreaba Ortega a “Florentino”, más fuertes eran los oles. Un faenón así necesitaba la rúbrica de una gran estocada para que todo fuera completo. Y lo fue. El de Triana le recetó una estocada en todo lo alto de la que salió rodado y la concesión del doble trofeo fue incuestionable. Las palmas por bulerías sonaron en una vuelta al ruedo que fue lenta como la faena y los aficionados “majaos” de tanto arte.
El resto del festejo dio poco de sí por culpa de la corrida de Domingo Hernández y del sobrero de García Jiménez, que echaron al traste el que era el festejo de más expectación del abono.
Morante de la Puebla a su primero, un toro grande, pero muy bien hecho, le apretó demasiado. Su toreo fue de mano baja y sometimiento desde el principio y las buenas cualidades que podría tener el toro, las fue perdiendo sobre la marcha. Hubo algún muletazo destacable, pero todo muy suelto y sin continuidad.
En el cuarto, el de La Puebla paró dos, el titular que fue devuelto por romperse medio cuerno al entrar al caballo y el sobrero de “Matilla”, que no tenía fuerza. Y aquí se limitó a probarlo y poco más. El torero se contagió de la sosería de su oponente y se lo quitó de en medio rápido.
Y Daniel Luque venía lanzado de su última tarde de hace unos días en este mismo ruedo. Pero no pudo revalidar el triunfo. Y eso que su disposición nadie la puede negar. A su primero lo saludó a la verónica. Los lances fueron de muy buena factura y la plaza lo agradeció con una fuerte ovación. Juan Ortega quitó por tafalleras y una cordobina, también muy templadas, y Luque le dio réplica por chicuelinas, protagonizando los dos un gran tercio de quites. Luego, la falta de casta del toro le hizo venirse a menos y la faena no levantó el vuelo, a pesar de que Luque lo intentó por los dos pitones, pero resultando todo muy insulso.
Al quinto, un toro noble pero manso, flojo y sin entrega, le arrancó una oreja a base de insistirle, llegando el lucimiento al final de la faena cuando pudo sacarle unos cuantos muletazos ligados, aguantando las embestidas descompuestas y a la defensiva. También le enjaretó unas luquesinas como epílogo, que terminaron de calentar el graderío y que pidieron la oreja, aunque no tuvieran la rotundidad de otras veces.
Y más o menos esas fueron las cualidades del primer toro de Juan Ortega. Aunque en éste el defecto dominante era la falta de fuerzas, que hacía que se defendiera y cabeceara continuamente. Ortega intentaba que no le tocara la muleta para que no se descompusiera más. Lo mejor fue el suave macheteo, sobre las piernas, con el que lo cuadró para matar. Aunque como ya contamos al comienzo, la belleza llegó con el sexto. Maravillados salimos de la plaza y a la espera del próximo sábado, ya queda menos…
FICHA DEL FESTEJO
Lunes 15 de abril de 2024. Plaza de toros de la Real Maestranza de SEVILLA. Feria de Abril. Corrida de toros. 9º festejo de abono. Lleno de “no hay billetes” y calor de verano.
Seis toros de DOMINGO HERNÁNDEZ, todos mansos y descastados. A excepción del 1º, noble pero que se vino muy a menos y del 6º, bravo. El 4º fue devuelto tras partirse medio cuerno y sustituido por otro toro de García Jiménez, que no desentonó de los toros titulares.
MORANTE DE LA PUEBLA (gris plomo y oro): pinchazo, estocada y dos descabellos (aviso y silencio); media estocada y cinco descabellos (aviso y silencio).
DANIEL LUQUE (tabaco y oro): pinchazo y estocada casi entera (saludos); estocada caída (aviso y oreja).
JUAN ORTEGA (canela y oro): pinchazo y estocada desprendida (silencio); gran estocada (dos orejas).
Cuadrillas:
En la lidia destacaron: Curro Javier (1º) y Jorge Fuentes (3º)
Con las banderillas se desmonteraron: Joao Ferreira y Alberto Zayas (1º).
Observaciones:
Asistió a un burladero del callejón el presidente de la Junta de Andalucía, Juanma Moreno.
