Entregada por el Ayuntamiento de Sevilla
La Hermandad de Santiago de Castilleja incorpora a su archivo un facsímil de la partitura original de "Pasan los Campanilleros"
El acto de entrega por parte del Ayuntamiento de Sevilla, propietario del original, tuvo lugar dentro de un completo concierto ofrecido por la Banda Sinfónica Municipal en el Salón de Tapices del Palacio Gótico del Real Alcázar.
En presencia del director de la banda, Francisco Javier Gutiérrez Juan, la gerente del Real Alcázar, Ana Jáuregui, hizo entrega del facsímil al Hermano Mayor de la corporación santiaguista, José Antonio Sánchez Mejías, quien tuvo palabras de agradecimiento al consistorio sevillano por este gesto que supone el regreso de "Pasan los campanilleros" al lugar donde nació su inspiración.
Cabe señalar que la entrega del facsímil ha sido posible gracias a las gestiones realizadas en este sentido en los últimos meses por parte del archivero de la Hermandad, José Rodríguez Polvillo.
A modo de colofón del concierto, los integrantes de coro de campanilleros "Nuestra Señora de la Soledad", presentes también en el acto, pusieron voz a la magistral interpretación de la marcha por parte de la Banda Sinfónica Municipal de Sevilla, lo que fue recibido con el aplauso unánime de todos los presentes.
Por último, desde el coro se hizo entrega al director de la banda de un obsequio con las imágenes del Santísimo Cristo de los Remedios y Nuestra Señora de la Soledad, titulares de la corporación santiaguista de Castilleja.
La historia de una marcha centenaria
Una vez allí, éste tomo notas al piano de distintas “tonás” y coplas, entre ellas “En la cima del Monte Calvario”, que fue la finalmente elegida para inspirar la marcha que el célebre músico tituló "Pasan los Campanilleros" y que se estrenó el Domingo de Ramos de 1924 tras el palio de la Virgen del Socorro, de la Hermandad del Amor, por la Banda de Soria 9 dirigida por el propio Farfán.
La letra de la copla original del coro de la Hermandad de Santiago dice así:
En la cima del Monte Calvario,
orlada de nubes, brillaba una cruz.
Y a sus pies con el Santo Sudario
esperaba María un rayo de clara luz.
Que luz era de su hijo Jesús,
luz radiante que alumbra cielo y tierra
y esparció de sus ascuas
amor, caridad y virtud.
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