La lluvia amarilla está construida en forma de monólogo, el del último habitante de un pueblo del Pirineo, Ainielle. Andrés de Casa Sosas, tenaz en su convicción, sin perder la fidelidad a las costumbres propias en ningún momento, será el último habitante de la tierra y de la casa que le ha visto nacer.
Pero Andrés es acuciado por todos los males imaginables: la soledad, la muerte, la desidia, la enfermedad, el odio, la alucinación, el tiempo. En La lluvia amarilla, el agreste paisaje de montaña provoca que el hombre haga balance de su soledad y desamparo en los umbrales de la muerte
