Kilo es el protagonista de la Unidad Canina de la Policía Local de Bormujos. En poco más de un año ha conseguido incautar droga hasta en los lugares más insospechados a los que los agentes no habrían podido acceder. En estos momentos la labor policial de este perro evita a los agentes además cacheos y contacto físico directo con los grupos, cuando se sospecha de la comisión de un delito.

Este un pequeño labrador de sólo dos años, pero con una gran destreza y disciplina en su labor policial, va siempre acompañado de su guía y monitor, el oficial Eloy Sánchez. De forma periódica rastrea parques, zonas cercanas a centros educativos, reuniones de botellonas y otros puntos en los que se tengan indicios de que pueda haber consumo o posesión de estupefacientes.

Su aprendizaje es permanente, ya que hasta el momento es capaz de detectar hachís y marihuana, pero la idea es que aprenda con su olfato a encontrar otro tipo de drogas.

Esta semana se ha realizado una de esas salidas, que previamente se coordinan entre distintas patrullas de agentes. El alcalde, Francisco Miguel Molina Haro, ha estado presente en la reunión del Plan de Actuación de la Unidad Canina, siguiendo los pasos de Kilo y comprobando los buenos resultados obtenidos.

“Kilo se ha convertido en un gran aliado de la Policía, es nuestro mejor agente y es un garante de la seguridad para nuestro pueblo, especialmente para alejar las drogas de la juventud”, ha señalado el alcalde. “Nos preocupa especialmente este sector de la población y tratamos de evitar que el acceso a los estupefacientes sea algo fácil para los adolescentes”.

En este encuentro previo se coordinan los puntos a los que dirigirse, con la inspección previa por parte de agentes motorizados, comprobando si hay concentración de jóvenes o movimientos que puedan ser focos de actuación. Posteriormente se traslada al perro, que rastrea los lugares y rápidamente es capaz de localizar la droga, por muy oculta que se encuentre.

En caso de que ese punto esté limpio, los agentes colocan pequeños cantidades de alguna sustancia en algún rincón, para que el animal no sienta la frustración de haber trabajado sin resultado y encuentre una recompensa a su esfuerzo, formando ésta una táctica dentro de su adiestramiento.

Su instructor a diario se encarga de su mantenimiento y enseñanza, habiendo logrado operaciones de menudeo importantes, llegando a oler droga en escondrijos que los agentes no hubieran imaginado como la parte del claxon de un volante, en un vehículo.

Su finalidad además es preventiva, puesto que consigue disuadir ante posibles actos delictivos en zonas abiertas y de público en general. La unidad canina trabaja también cuando se trata de zonas de acceso complicado o en registros de locales.
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