Bajo la batuta de director Alberto Álvarez Calero
Obras de Mendelssohn, Strauss y Eberl en el segundo concierto de la temporada de la Orquesta de Cámara de Bormujos
Interpretarán la Obertura “Las Hébridas” de Félix Mendelssohn; el Concierto para trompa nº 1 de Strauss, con Manuel Enamorado como solista y Sinfonía en mi bemol mayor de Anton Eberl, bajo la batuta de director Alberto Álvarez Calero.
Será en el salón de actos de CEU y la entrada libre hasta completar aforo.
El segundo concierto de la temporada de la Orquesta de Cámara de Bormujos en el IV Ciclo de CEU de la localidad bormujera el 20 de noviembre. Comienza con una obra descriptiva, la Obertura “Las Hébridas”, de Félix Mendelssohn. Teniendo el compositor 20 años, comenzó su viaje por Gran Bretaña, y con ello un largo recorrido intermitente de tres años por Europa. Su familia se lo podía permitir: su padre era un conocido banquero judío en Berlín.
En la primavera de 1829, el joven músico visitó las inhóspitas Islas Hébridas, en la costa oeste de Escocia. Se trata de un archipiélago de más de 40 pequeñas islas. Mendelssohn se quedó tan impresionado por esa visita, que escribió a su familia una carta en la que decía que iba a componer una obra que recrease ese momento. Llegó incluso a hacer unos dibujos sobre ese panorama, que le sirvió para justo después componer esa obertura, que también se titula a veces como “La Cueva Fingal”. En la pieza se recrea tanto el mar en calma, las gaviotas, así como también la tempestad y la tormenta. El propio cartel de este concierto tiene como fondo las Islas Hébridas.
La segunda pieza del programa es el Concierto de Trompa y orquesta Nº 1 de Richard Strauss. El padre del compositor, Franz Joseph, era el trompista principal de la Orquesta de la Corte de Munich. Éste era muy admirado en los círculos musicales alemanes por su arte y su técnica impecable. Se hizo famoso, por ejemplo, por su participación en las óperas de Wagner. Éste último llegó a decir sobre el padre de Richard Strauss lo siguiente: “es un tipo detestable (…), pero cuando toca la trompa no puedes enfadarte con él”.
Richard Strauss compuso esta obra cuando tenía 18 años. Sin duda, su padre le influyó en el buen uso de este instrumento, no solo para este concierto, sino para el resto de sus composiciones. Este concierto tiene unas sonoridades y unas formas conservadoras. El compositor no se había todavía impregnado de la música wagneriana.
El solista de este concierto, Manuel Enamorado, es un destacado trompistas del panorama andaluz. Conjuga su labor docente con compromisos habitualmente con las principales orquestas de la comunidad andaluza, especialmente con la Real Orquesta Sinfónica de Sevilla.
Termina el concierto con una sinfonía de un compositor poco conocido por el gran público: Anton Eberl. Sin embargo, a finales del siglo XVIII y principios del XIX, poco después de la muerte de Mozart, este era uno de los compositores de mayor reputación en los círculos musicales de Viena. Esta Sinfonía op. 33, en Mi bemol Mayor, se estrenó a la vez que la Tercera Sinfonía de Beethoven. Ambas obras no solo comparten el momento del estreno, sino que están escritas en la misma tonalidad, y fueron sufragadas por un mismo mecenas, el príncipe Lobkowitz.
Se puede apreciar la influencia de Eberl en el emergente Beethoven. El segundo movimiento de la sinfonía de este programa puede hacer recordar la Marcha Fúnebre de la “Heroica” de Beethoven. También hay semejanzas con la coda del cuarto y último movimiento. La crítica del momento alabó esta sinfonía de Eberl, y sin embargo no habló muy bien de la Tercera de Beethoven, por su duración.
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