Según explica su autor, "Cierto es que no me prodigo mucho en la fotografía cofrade o rociera, puesto que quién me conoce sabe que estas fechas son para mí de obligadas vacaciones, de paz mental, de encontrar la oración y el encuentro con Ella sin un objetivo ni cámara de por medio. La amistad que me une con muchos de los que hoy conforman la Junta de Gobierno hizo que el pasado año cargara con mi cámara hasta la casa Hermandad de Pilas, y a partir de ahí creo que tengo poco más que contar a través de las palabras".
La instantánea inmortaliza el momento en el que la Virgen se acerca. Así, prosigue Valladares, "El momento en el que los almonteños aprietan. En el que los nervios afloran. Donde las oraciones priman por encima de todo. Es muy difícil sacar la cámara de fotos, y me alegra ver que entre cientos de cabezas sólo se alcen unos pocos móviles, porque esta es la verdad del Rocío, bajo el campanario que repica con campanas de casa del pan, aparece radiante, inalterable, inexorable, el Bendito Simpecado que nos guía hasta Ella, y bien sabe el pileño que es ahí donde hay que esperarla, porque ahí es donde Ella llega.
Y llega la Virgen para que los niños y niñas, pileños y pileñas que la ven por primera vez guarden ese momento en la memoria, el momento en el que tu familiar, tu amigo, tu padrino, te abre hueco entre sus brazos para que no te agobies, y te diga esa frase que tanto me gusta decir a aquellos que por primera vez acerco a verla. “Tu arrastra los pies, y mírala a Ella”.
