El artista local participa con una obra en óleo
Villanueva del Ariscal está presente en IFEMA a través de la obra de Manuel León Moreno
El autor describe su creación de la siguiente forma "en un rincón de un bosque enigmático, donde las sombras del atardecer danzan con las últimas luces del día, se desplegaba un escenario inusual. La penumbra del bosque parecía conspirar con la imaginación, como si este lugar fuese una encrucijada entre la realidad y la ilusión. Dos figuras humanas, casi reflejos la una de la otra, caminaban a través de ese bosque singular. Sobre sus hombros llevaban una señal de STOP, un símbolo enigmático que parecía desafiar la lógica. Eran como dos gemelos, tan parecidos que podrían ser dos versiones del mismo ser, enfrentando un dilema que solo ellos podían comprender. A medida que avanzaban en su travesía, dos personajes de un cuento de hadas, directamente arrancados de las páginas de “Alicia en el país de las maravillas”, se unieron en una danza absurda. El Conejo Blanco, ansioso por el tiempo que nunca era suficiente, miraba su reloj como si fuera un acertijo sin respuesta, mientras su contraparte, vestida de corazones, personificaba la lucha contra el juicio y la autoridad, como si la realidad misma se desmoronara a su alrededor. En la penumbra detrás de la escena, un quinto personaje, otro Conejo, se desvanecía en las sombras del bosque. Su huida parecía un acto de rebeldía contra las decisiones que acechaban en este escenario surrealista. Este bosque, como si fuera un laberinto de los sentidos, se convertía en un portal a la reflexión. Allí, las sombras del pasado se mezclaban con las incertidumbres del futuro, como si la realidad misma estuviera escrita por la mano de un autor invisible. El bosque era, en sí mismo, un cuento que desafiaba la lógica y la razón, invitando a los viajeros a explorar los misterios de la dualidad y la elección en un universo donde el tiempo y la realidad se entrecruzaban como hojas de un libro sin fin".
