En el siglo XVI fue propiedad del poeta Juan de Arguijo, que la debió tener como villa de recreo a la manera renacentista italiana, y así, en 1599 recibió en ella a la marquesa de Denia, esposa del duque de Lerma, valido de Felipe III. La legendaria fiesta que el literato ofreció a su ilustre invitada en Tablante, el 13 de octubre de ese año, fue una de las causas de su ruina, lo que le llevó, además de a ser perseguido por la justicia, a perder su finca aljarafeña y su palacio sevillano. Vicisitudes que llevaron a que en el siglo XVII Adrián Jácome y Francisca de Linden se hiciesen con su propiedad y fundasen un mayorazgo que abarcaba más 440 aranzadas de olivar, en las que se contabilizaban unos 20.000 pies de olivo. Se sabe también que sus instalaciones no sólo fueron aceiteras, sino que también contó con lagar y bodega de vino.
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