El escultor Agustín Sánchez-Cid y el pintor costumbrista José Rico Cejudo, son las personalidades artísticas que protagonizarán las primeras ediciones para el próximo año de la Colección ‘Arte Hispalense’, que edita el Servicio de Archivo y Publicaciones del Área de Cultura y Ciudadanía de la Diputación de Sevilla.

En concreto a principios del 2025, el Servicio de Archivo y Publicaciones tiene en cartera estos dos títulos: ‘El escultor Agustín Sánchez-Cid y Agüeros (1886-1955)’, del autor Francisco Javier Monclova, y ‘José Rico Cejudo. Artista de la cultura popular andaluza (1864-1939)’, cuya autoría corresponde a Gerardo Pérez Calero.

Así lo ha decidido el Consejo Editorial de la Colección ‘Arte Hispalense’, compuesto por: Víctor Pérez Escolano, Alfonso Pleguezuelo Hernández, Mercedes Fernández Martín y Mª del Rosario Fátima Halcón Álvarez-Ossorio, como representantes de la Universidad de Sevilla; Mª del Valle Gómez de Terreros Guardiola, de la Universidad Pablo de Olavide; Juan Luis Ravé Prieto y José Luis Romero Torres, de la Consejería de Cultura de la Junta de Andalucía; Rodrigo Trinidad Araújo, en representación del Servicio de Archivo y Publicaciones de Diputación, y Carmen Barriga Guillén, directora de la colección.

Una reunión en la que el Consejo ha repasado el estado de las últimas ediciones encuadradas dentro de la Colección ‘Arte Hispalense’, así como el nuevo formato de las ediciones, en el que las ilustraciones ya no aparecerán concentradas en un cuadernillo al final del libro, como ha ocurrido hasta ahora, sino que irán intercaladas a lo largo de todo el texto.

Por último, para el año que viene la ‘Arte Hispalense’ prepara también la edición de dos nuevos trabajos que cuentan con la aprobación del Consejo Editorial: ‘Escultoras contemporáneas en Sevilla’, de Alicia Iglesias Cumplido, y ‘El escultor Alfonso Martínez (1612-1668)’, de Francisco José Martín López. Igualmente, se reeditarán varios números que en la actualidad se encuentran agotados: el número 4, sobre Aníbal González; el número 16, sobre Juan de Oviedo y de la Bandera; el número 75, sobre Lucas Valdés, y el número 66, ‘El Alcázar del rey don Pedro’.


Sobre Agustín Sánchez-Cid

Agustín Sánchez-Cid (1886-1955), cursó estudios de medicina dentro de la especialidad de otorrinolaringología. Escultor anatómico de la Facultad de Medicina de Sevilla. Miembro del Ateneo de Sevilla. Académico de Bellas Artes y Catedrático de Anatomía en la Escuela de Bellas Artes de Santa Isabel de Hungría. Formado con el pintor José García Ramos y en la Escuela de Artes y Oficios, su carrera como escultor se sitúa dentro de un acertado clasicismo, influenciado por las novedades del clasicismo mediterráneo de Maillol. En su obra se observan además las aportaciones del regionalismo y el peso de la tradición escultórica barroca.

Destaca su obra monumental, en particular el Monumento a Juan Martínez Montañés, la figura de Garci Pérez de Vargas para el Monumento a San Fernando y la imagen alegórica del río Guadalquivir para la Fuente de los Conquistadores en la Exposición Iberoamericana de 1929. Realiza interesantes desnudos (Mediterránea, Presentación) en los que pone de manifiesto su visión de la grandeza física y espiritual del ser humano.

Desarrolla una interesante y amplia obra religiosa. Aporta temas marianos (Anunciación de la parroquia de los Remedios), imágenes de Nazarenos (Cabeza de Buey y Escacena), vírgenes patronas (Virgen de Setefilla en Lora del Río y Virgen de la Piedad de Cortegana) así como imaginería procesional fuera de Andalucía (Virgen de la Esperanza en Villarrubia de los Ojos en Ciudad Real). Por último, destacar su gran condición de retratista y sus labores de restauración de señaladas imágenes de la Semana Santa sevillana.

José Rico Cejudo

Iniciado el siglo XX con precedentes a fines del anterior, se manifiestan en Sevilla las teorías regionalistas que mueven con particular entusiasmo a creadores y pensadores, quienes ven en ellas el resurgimiento de los ideales históricos de la tierra y la idiosincrasia de la sociedad andaluza, evitando los tópicos tradicionales para definir lo específicamente andaluz.

Pintores como Gonzalo Bilbao o García Rodríguez, de la misma generación que Rico Cejudo, supieron captar con particular sensibilidad la expresión del alma popular, que el Regionalismo preconizaba como algo genuino de la tierra. La obra de aquellos pintores, fiel reflejo del Ideal andaluz lleva al mencionado movimiento ideológico andalucista a su máxima expresión artística en torno a 1915, año en el que Bilbao recibe el clamor popular por su cuadro ‘Las cigarreras en la fábrica de Tabacos de Sevilla’, y año también en el que Rico Cejudo presenta varios cuadros de asuntos y costumbres sevillanas en la Exposición de Bellas Artes hispalense.

Igualmente, en el certamen del año siguiente del Ateneo de Sevilla, en el que el crítico Pedro de San Ginés veía "un renacimiento de las artes andaluzas" ("Artistas sevillanos y Exposición de bellas artes", Revista Bética. Sevilla, 1916), Rico Cejudo cuelga tres cuadros, hechos, al decir del mencionado crítico "con la vivacidad de ejecución que le caracteriza”. Es el año en que el Centro Andaluz de Sevilla publica su “Programa Regionalista” y una década después se crea la sociedad Fomento del Arte Popular en la que Rico será uno de sus miembros más preclaros.

También entonces el escritor Fernando de los Ríos le llamó El pintor de la popularidad. Más tarde, ya en 1933, diría también: “Rico Cejudo sigue siendo el pintor que sabe pintar a la clásica, el maestro que sabe el oficio, el pintor popular…”. Es el ejemplo vivo de la cultura popular andaluza de su tiempo, de la singularidad de su tierra, que tanto tiene que ver con la exegesis regionalista de artistas y escritores eruditos. En su obra, pintada, escrita o recitada, aflora un fuerte sentimiento por la exaltación y defensa de lo propio, acercando la rica tradición a su tiempo frente a la modernidad.

Con independencia del consabido encasillamiento y convencionalismo de muchos de los pintores de esta generación puente entre dos siglos, hay que reivindicar su siempre interesante aportación personal al arte andaluz de su tiempo, entonces demandado por una sociedad que no quería perder su propia idiosincrasia reflejada con veracidad en los cuadros costumbristas. Es de justicia hacer memoria de esos artistas anclados en el olvido.
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