Cada tres de febrero, el municipio se reencuentra así con una tradición de casi 400 años de historia que se ha mantenido viva a través del tiempo, en la que los más pequeños son los verdaderos protagonistas, acercándose a la Colegiata de Santa María de las Nieves acompañados de sus padres y abuelos para que San Blas les bendiga los panes y los roscos.
Varios días después de estas plegarias, María de Guzmán, única hija del Conde de Olivares a la que más tarde le daría el título de Marquesa de Heliche, comenzó a sanar de sus dolencias y se recuperó completamente.
Don Gaspar, en acción de gracias, ordenó que se instituyese como festividad religiosa en Olivares y en todas sus posesiones del Aljarafe el día de San Blas con misa y bendición de panes. Además hizo pintar un cuadro de grandes dimensiones para que quedase constancia de este hecho, obra que se encuentra en la Capilla del Sagrario de la Colegiata y en la que se puede observar como San Blas da la bendición a dos mujeres orando, éstas son Doña Inés de Zúñiga y Velasco, Condesa de Olivares y su hija María de Guzmán.